Entre músicos te veas...
Un caminante me dijo que el mundo estaba habitado por plantas, animales, seres humanos y músicos. No se sorprendan por esta clasificación porque mi amigo tenía toda la razón: los músicos no entran en el resto de los renglones –ni los artistas pero estos son para otra historia – ya que pertenecen a una “especie” completamente diferente.
Si llegaran a dudar de mi premisa, dejen que les cuente cuáles son las bases de ella:
Tengo dos hermanos músicos, y no creo que usted en una sola mirada pueda decir que son diferentes, pero contrariamente, a veces lo parecen. Ellos son viejos prematuros, vástagos de los sesenta y setenta, con sólidas convicciones y opiniones que opacan a cualquier otro individuo de su misma edad. Es que los músicos hasta parecen caminar de forma diferente, lo hacen con un compás que sólo ellos entienden. Y no sólo eso, escuchan cosas que sólo ellos pueden escuchar; algunas veces, mis hermanos, cada uno por su lado, interrumpen abruptamente nuestras conversaciones para dirigir sus cabezas hacia donde parece provenir el sonido, algunas veces pienso que coleccionan sonidos. Hablan de que tal cosa hizo un sostenido no sé qué… que el golpe de la puerta es un do no sé cuánto… etc., etc., etc. ¡y yo no los entiendo!
1 exclamaciones:
...Y lejos de tu país.
La maldición gitana tiene mas razón que un santo. Los músicos somos mala gente... en opinión del resto de la humanidad. Quizá sea porque, a diferencia de los artistas de la letra impresa, de la escultura o de la pintura, no nos queda mas remedio que ir dando tumbos por el mundo para conseguir nuestro sustento, y eso nos dá la oportunidad de conocer lugares y personas muy dispares, y no siempre buenos. Ese conocimiento te pone en guardia para con el resto de la raza humana, y consigue que camines por el mundo con las orejas tiesas, por si acaso.
Sobre la segunda parte del comentario, es dificil abstraerse de los sonidos que te rodean. Yo creo que en la mente de un músico todo lo que suena lo hace de manera individual, en lugar de oir un barullo. Inconscientemente escuchas cada cosa por separado, así que hay veces que te encuentras pensando cosas como "si, esa pescadera canta el pescado del dia mas que gritarlo" o la peculiar sonoridad de un martillo clavando una punta en una pared de ladrillo (¡Ting!).
A día de hoy es imposible evitar la música; te la encuentras en todas partes. Mejor que mejor.
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