Un Cuervo Estigmatizado

(Táchira 2002)

Antes de penetrar un mundo marcado por el vértice de un arte encomiendo mi nombre a la Santa Cruz. No por creyente sino por precaución. Porque este hombre, a quien observé por vez primera en los pasillos del Salón de Lectura durante la inauguración de su muestra “Trasiego, memoria y permanencia”, es capaz, con sus palabras de tono pausado pero preciso, con esa mirada penetrante, de persuadir al más inocente de los hombres a cometer algún pecado.

Y aparece… allí está el hombre que me provocó estos injustificados miedos. Parece mentira que un ser de apariencia tan sencilla, casi desgarbada, ataviado de un traje azul que no deja ver su pecho y unos pantalones que hace mucho tiempo dejaron el color vinotinto en alguna parte de la casa; logre tanta admiración y temor en quienes lo observan. Freddy Pereira se parece a las botas amarillas que porta: con el pasar de los años aún le queda suela para marcar huellas en el terreno de otros caminos.

Al primer paso se puede percibir lo excepcional de este recinto. Arte Vértice es una galería, un depósito de obras, una oficina, el hogar de Freddy y su familia, y lo más importante: es el estudio del artista. Todo fue diseñado completamente por él como un arquitecto aficionado. En cualquier rincón de este edificio puedes encontrar obras elaboradas por Freddy u otros artistas, algunas son “trueques”, intercambios que han permitido acuñar un exquisito museo, digno de ser admirado nuevamente por el público. Arte Vértice lleva cerrado siete años.

Freddy Pereira está lleno de múltiples significados. En su delgado cuerpo converge el bien y el mal, quizá por esta sutil pero profunda característica sus José Gregorios y sus “Santas María de la Onza” rozan el perfil de lo mágico, de lo divino, haciéndose terrenales, accesibles. En algunos crean admiración, en otros: repudio, especialmente, en aquellos que consideran ofensivo observar al “Santo de los Pobres” contrayendo nupcias con la Diosa de Sorte. Pero, es que ambos parecen tan felices en ese lienzo que no dejo de pensar que son el matrimonio perfecto entre lo sagrado y lo profano. Los que no pueden entenderlo olvidan que Freddy les recuerda que estos dos personajes nacieron en el pueblo y no en el pedestal de lo divino y del aquelarre.

Mientras conversamos un libro con titulo de mujer llama mi atención. Imagino que esta mujer pudo ser su amante. Porque Freddy es un excelente seductor, lo demuestra en cada gesto y actitud. Posee un aura de gran atractivo. La única creencia que mantiene a sus 53 años es el creer en la belleza, nunca dejará de afirmar que las mujeres lo formaron y todo lo hay en él es gracias a ellas. En su cuerpo descansa una francesa, una bailarina y otras tantas que con sus labios y sus cuerpos construyeron a un hombre muy particular, a un chamán, un cuervo, un brujo que logra cosas inimaginables.

“Uno es lo que ha hecho (…) si te sientes feliz con lo que eres has cumplido con la misión. Si te sientes infeliz, derrotado, tendrás que hacerte ver por un psiquiatra (…)”. Lo siento Freddy, a causa de tus palabras hoy reservé la cita con mi psicóloga. Esta entrevista habrá de continuar a tu pesar, eres demasiado extenso para resumirte en dos cuartillas. Aún no estoy conforme.

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(el presente)

Casi seis años han pasado desde aquella entrevista y Freddy Pereira aún no deja de ser una incógnita. Los años pasan pero su tiempo es distinto al resto de los seres. Su cabello ha crecido, inundado por la rebeldía de las canas; pero su delgadez e intimidación aún se mantienen. De vez en cuando Arte Vértice permite que se cuelen visitantes entre sus pasillos, y a sus múltiples rostros se le unió el ser un espacio de ensayo y muestra teatral. Este edificio apunta hacia el cielo. Freddy construyó otro rincón exuberante y distinto, como él, para su descanso.

Con el tiempo aprendes a rezar sortilegios y “contras” para tu protección. Quizá por ello es que Freddy se me volvió más humano y terrenal como sus José Gregorios; pero aún mantiene ese aura de misterio como un estigma que marca su presencia.

Ahora, son mayores los compromisos. Sus manos han sido prestadas desde el lienzo hacia la producción, dirección y montaje de obras de teatro, así como la coordinación de una Escuela Regional. Pero, los viejos brujos no pierden las mañas. Sea en el lienzo o en el escenario Freddy no deja de ser un provocador natural. Su humor negro y visceral se llena reacciones adversas que van desde la admiración al aborrecimiento.

Dicen que los miedos hay que enfrentarlos, que los monstruos desaparecen cuando encendemos la luz y miramos debajo de la cama. Freddy es un monstruo interiorizado, cercano, un monstruo terrenal, con algo de divino, que ha sido observado a los ojos, y que aún no deja de ser atractivo y seductor.

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