Sandra Vivas, la mala.
Las imágenes y el sonido proyectan su cuerpo. Nuestros pasos nos conducen frente a la madre desnuda, llena y dichosa, sumergida en un plácido estado que le da la bienvenida a la vida. Un hecho ocurrido en su hogar donde fue asistida por una matrona, y que según su opinión, transformó el hasta ese momento considerado doloroso acto, en un evento más fácil y casi místico. “Lo difícil viene después, cuando tienes que criar a los hijos porque nadie te dijo que al ser madre dejarías de dormir y tendrías que encargarte de todo, como saber con quién los dejarás para que los cuiden o si ya han comido”. Por eso, cuando es artista no deja de ser madre; quizá, es también por eso, en nombre del instinto maternal (el mismo del que Isabel Allende habló magistralmente) que al escuchar el llanto de su bebe, grabado para esta muestra, la desesperación y la incomodidad es tan grande que no puedo seguir porque inconscientemente trato de consolarlo. A estas alturas me pregunto sí hombres y mujeres reaccionan igual ante
su obra.
Sandra no es solo madre, ella expone su cuerpo como una obra que se convierte en espejo donde se refleja el espectador. Una y otra vez su imagen se graba en la retina, receptáculo de significantes que la trascienden como individuo y nos muestra a la mujer, cualquiera sea su nombre. Por que como dice La Lupe “según tu punto de vista, yo soy la mala”, y es así lo recuerda Sandra, la mujer siempre será la mala, la cuaima, la suegra, la gran tirana. “No importa cuánto hagamos: si vamos al gimnasio o a la peluquería (…) para ellos nunca seremos suficiente”. Conciente de esto, y ha sabiendas que en sus manos estaba el medio para que otros reaccionaran a un acto que incluye el sacrificio del cuerpo y del yo, Sandra creó un rap –realmente es un hip hop– de fácil acceso y aprendizaje donde, cansada de los clichés, mujeres y hombres puedan encontrarse; porque así como nosotras nos astiamos de las apariencias también existen hombres a quienes les fastidian las largas cabelleras y cortas ideas o “cabezas huecas”. Y así nació “La mala”, un vídeo musical, que rinde homenaje a “La Yiyiyi”, consolidando la fortaleza y valor que toda mujer posee.
Más allá de un discurso que algunos podrían considerar feminista o de ruptura, Sandra une las naturalezas femenina y masculina, permitiéndonos pensar y sentir que más allá del dolor y del despecho aún se puede creer , principalmente, creer en el amor. Ella lo transpira en la piel cuando habla, cuando gime o llora, cuando a ciegas intentar agarrar el aire o cuando nos canta en francés con una sensualidad propia de quien se sabe dueña de su cuerpo, porque su cuerpo es su medio más potente y versátil. Si ustedes no me creen, los invito este domingo a que vean su performance en el Museo de Bellas Artes a partir de las cinco de la tarde en el marco del IV Encuentro Mundial de Arte Corporal. Nos vemos!
jueves, septiembre 11, 2008
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