Reclamo al tiempo y a la gente
En este mundillo social, donde la inmediatez y eficacia del tiempo gobiernan despóticamente, pocas veces se presentan los instantes de plácida algarabía producto del descanso, la distracción y el ocio (gloriosa palabra cuya lamentable suerte es ser ultrajada y malinterpretada). Lejanos se encuentran los tiempos en que saludar a un desconocido era la costumbre del cortés. Una sonrisa en la mañana, un apretón de manos en la tarde y un beso en la mejilla antes de acostarte resultaban ser regalos unificadores del hombre citadino y rural. Las horas libres eran para ser libres; es decir, para leer, comer, hacer el amor, descansar, dormir o soñar. Hoy, los libros descansan en las bibliotecas, los juegos de carta pocas veces rozan las manos, las calles dejaron de ser sitio de encuentro de los chamos, y hasta en el burdel de la esquina dejó de sonar la rokola porque las muchachas ahora tienen negocio “celular”.
Las personas de este futuro inmediato estamos llenando los anaqueles con frascos de puro deber y obligación. Los seres “humanos” han dejado de producirse. Ahora, ni siquiera sabemos el nombre de nuestro vecino y muchos menos el color de nuestro talón. El no “hacer nada” es sinónimo de pobreza e improductividad. Hablamos de tener más tiempo para nosotros, de novedosas herramientas (un sencillo ejemplo son los “ayudantes de cocina” que pretende relegar al siempre preciso cuchillo, yo personalmente no me anoto en esto, adoro cocinar y tener en mis manos una hoja bien afilada) que se suponen habrán de aumentar nuestro “tiempo libre, tiempo Oster" para disfrutar, pero ¿para qué? si al caminar nunca nos fijamos en el rostro de quien pasa a nuestro lado, y es impensable que habremos de ayudarlo si éste lo necesita; no miramos el cielo, hace tiempo no miramos una estrella, ni los árboles (si es que tienes el placer de encontrar alguno) ni nada; el reloj controla nuestro día (el mío lo boté hace mucho porque no aguantaba el peso de verlo a cada segundo) somos incapaces de regalar una sonrisa a cualquier extraño porque la paranoia de la inseguridad nos invade al momento de ver; el dinero, las deudas, las necesidades, son nuestro motor. Las incómodas ferias de comida sustituyeron el comedor de la casa. ¿Si ni siquiera tenemos tiempo de masticar, cómo pretenden que conversemos en lugares tan estridentes como estos? Acudimos al yoga para que nos enseñe a respirar, al gimnasio para que nuestro cuerpo no se oxide, al terapeuta para que nos escuche, al dietista para que nos enseñe a comer, a la religión sea cual sea para que nos diga cómo encontrar la paz, al librito de autoayuda (ojo respeto a sus autores pero no es precisamente la “literatura” que me interesa) para que nos diga qué le hace falta a nuestra vida. Por favor… ¿y ustedes llaman a esto vivir?
jueves, abril 10, 2008
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Etiquetas:
experiencia,
recuerdos,
yo
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5 exclamaciones:
Hola mi querida Aspasia, de nuevo un tema muy acertado para conversar... claro puede que hayas olvidado una que otra cosa que vamos a aclarar... la rutina es el mayor de mis temores (más que a la muerte misma) porque si caes en ella moriras en vida... puedes perder tus sueños, lo que añoras e inclusive hasta lo que amas; y antes que se nos olvide no podemos pasar por alto que actualmente los seres "humanos" se estas volviendo menos humanos que seres... ya han perdido la capacidad de sentir, se han vuelto frios y podriamos agregarle el titulo de aquel famoso tema de Shakira "brutos, ciegos, sordos y mudos"; ya no lloran al ver el final triste de una pelicula, ya no regalan flores, ya solo prefieren pasar el tiempo con un perro que con otra persona, solo para evitar el bochorno de alguna discución que pueda tornarse interesante, yo por mi parte, aqui me encuentro bebiendo un buen té de limón, ginsen y tilo, despues de haber disfrutado el dia con una de las personas que más quiero y escribiendole a la persona que mas extraño, espero salirme del titulo de lo que consideran ahora seres "humanos"...
De las pocas personas que conozco, es usted amigo con quien comparto más afinidades. Posiblemente se deba a que sólo un mes y dos días nos separan cronológicamente; quizá sea que los años de convivencia nos han hecho que poco a poco compartamos más mañas de las que podemos contar; pero si algo es realidad es que la empatía nos ayuda a continuar con una amistad a pesar de la distancia y de los caminos que tomemos.
A qué viene toda esta palabra introductoria, pues para decir que al igual que usted la rutina, la monotonía, el no vivir, son mis mayores temores, muy por encima de la muerte. Y sí, los seres humanos cada día son menos humanos. Parece increible cómo aumentan los muertos vivientes, cómo se hunden los días sin la sorpresa (¿olvidamos a nuestro amigo en común?). Mientras eso ocurre, cual brisa fresca con olor a manzanilla (jejejej robo frases poéticas), gracias a Dios puedo encontrar el calor de mis amigos, de mis panas, del tuyo (te extraño muchoooo) de mis locos predilectos, aquellos que guardan secretos sin conocerlos, esos a quienes la vida los cruzó en mi camino y se transformaron en una sinceridad silenciosa casi etérea.
Gracias a ti, sigo creyendo.
Huy... por primera vez me has dejado sin palabras... gracias por lo que me toca... je je je!!! y si es cierto que tenemos cierta faceta de nigromantes, porque tenemos a una muerto viviente de amigo... y si no le hacemos volver a la realidad un dia de estos tan capaz que terminaria siendo el lider de los zombies... ja ja ja!!!
jejejej.. pues al parecer el "muertito" nos ha desterrado... no importa, él sabe que somos más fuertes que el odio... y que siempre nos tendrá como mozcardones para aguijonearlo y recordarle que debe vivir...
un beso y se me cuida mucho....
Me ha gustado tu blog, voy a volver
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